Con el tiempo, nuestros paseos de domingo se hicieron
imprescindibles…
Creo que, al vivir en una isla, son la salida que
encontraron nuestras “almas viajeras” para volar…
Además Ibiza es tan bella y tan múltiple, para lo pequeñita
que es, que nos llena el alma con su luz, sus colores, olores y texturas.
Después de un bocadillo en Santa Gertrudis, un café
en San Carlos, nos vamos cada domingo sin rumbo por ahí.

Luego, la primavera como una explosión de colores, flores y
más olores…
Es apasionante mirar los campos polvoreados de amapolas rojas y margaritas.
El cielo de abril con sus nubes blanco-algodón, alguna tormenta perdida, el primer baño para los atrevidos, largos paseos… el azul profundo...mediterráneo.
Es apasionante mirar los campos polvoreados de amapolas rojas y margaritas.
El cielo de abril con sus nubes blanco-algodón, alguna tormenta perdida, el primer baño para los atrevidos, largos paseos… el azul profundo...mediterráneo.
Y así, con el alma recargada, volvemos a casa llenos de sol y luz, como si lejos hubiéramos ido…



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